Bianca [Privado]

Hoy era una noche distinta no solo se había quedado mas tarde de lo normal, ayudando a sus compañeros a levantar los instrumentos y otras cosas que usaban en el reducido escenario tambien había peleado con un sujeto quien le exigía la paga de su apuesta que había ganado y de la cual Lean no tenia ni un centavo. Después del jaloneo lograron tranquilizarlo y quedo de conseguirle el dinero lo mas pronto posible. Se acomodo la camisa y el cabello frente a un vidrio roto que reflejaba su imagen. Miro varias veces hasta que el reflejo de alguien mas llamo su atención. Era Bianca pero entonces el no lo sabia así como no sabia lo que sucedería a partir de entonces. Volteo a ver apenas la imagen de la chica se perdió en el borde del vidrio siguiéndola y deteniéndose antes de llegar a la cortina que atravesaba para subir al escenario. Una bailariana era la que robo su atención de Lean. Retrocedió y el numero de la chica empezó escuchándose la música en alto volumen en todo el lugar.

-Quien es ella?- Pregunto a un conocido apuntándole con la mirada a la chica -Pues como escuchaste, su nombre es Bianca- Respondió el otro sujeto.
-Bianca- Repitió el quedándose con el sabor de su nombre en sus labios y en su voz.

Si tan solo se hubiera detenido ahí o no hubiera permitido que "el otro sujeto" interviniera las cosas se hubieran dado de forma distinta. Entonces de repente sonrió lleno de malicia a el también le había agradado la bailarina y cada vez mas con cada segundo que pasaba y podía mirar tras la cortina su espectáculo.

Espero hasta que terminara y bajara del escenario para ofrecerle su mano como apoyo y con ojos de hipnotizado desafiaba a todos ante la mirada de los "jefes". Había una regla básica, nadie debe tocar a las chicas de Andros ni siquiera mostrar interés por ellas delante del publico o algún otro interesado dispuesto a pagar por ellas.

-Le ruego que no me ignore y permitame ser gentil con usted- Dijo Lean con la voz y mirada baja a la rubia.  

De la actitud de la chica dependería hacia Lean desataría una secuencia de cosas que se darían con el paso de los días, en otras palabras todo dependía de ella para que conociera solo  a Lean o también al "otro sujeto".

La noche empezaba como siempre, estando sentada frente al espejo de los camerinos que compartía con otras 15 bailarinas que se turnaban los días. Según Andros, el club no podía quedarse sin espectáculo las 24/7, cosa que ayudaba a las que tenían necesidad de trabajar doble turno, ella lo había hecho alguna vez cuando las cosas en casa no estaban del todo bien pero tampoco podía quedarse todo el día.

Escuchó su nombre por los altavoces, lo que significaba que era su turno de bailar. Cerró los ojos por un instante intentando reprimir ese sentimiento de asco que le embargaba antes de su número. Sacudió la cabeza un par de veces y dibujó una bonita sonrisa, se puso de pie y se dirigió al escenario sin prestar mayor atención a algo que no fuera al punto al que siempre miraba en la estancia. Bailó alrededor del escenario, escuchando los gritos y silbidos que le daban los visitantes del local, algo a lo que ella ya estaba acostumbrada, mientras miraba como el dinero corría, tanto para ella como para el resto de las chicas. En algún momento, un chico de no más de 25 años le metió  dinero en el diminuto vestuario inferior rozando la piel de su cadera. Le regaló una sonrisa falsa y un guiño regresando a la orilla de la tarima para dejar el billete de 100 dólares que aparentemente se había ganado. Volvió con energías renovadas,al menos con eso podría comer bien y pagar algunas cuentas pendientes en casa. El dueño le había dicho que el dinero que le dieran directamente a ella podía conservarlo, pues de las ganancias de la noche y de lo que había ganado durante su baile sólo le tocaba la mitad. La otra parte se iba directamente al fondo para pagar "su deuda".

Cuando su baile hubo terminado, los chiflidos y gritos regresaron. Bianca hizo un saludo haciendo una reverencia. Lanzó besos a todos y se encaminó al final del escenario donde estaba un chico que le ayudaba a recoger el dinero enredado en el cabello o pegado a su piel -Hoy fue buena noche ¿No lo crees Bianca?..- ella asintió permitiendo que quitara los billetes y los depositara en una bandeja de plástico -Lo ha sido ¡Debe haber ahí por lo menos 250 dólares!..- respondió echando una mirada a los papeles verdes. El muchacho sonrió entregándole la bandeja y tomando el micrófono. Dante era un chico dulce, siempre ayudaba a las chicas cuando las cosas se ponían pesadas en el club, les guardaba su dinero hasta que terminaran y a veces, hasta las invitaba a comer conociendo su precaria situación. Bianca tenía que reconocer que era de los pocos que no se acercaban con segundas intenciones y es por eso que se grangeaba la simpatía de todas ellas -Espero que la noche te sea leve Dante..- se despidió tomando los billetes y corriendo la cortina para pasar tras bambalinas.

La rubia iba brillando de alegría ¿Qué compraría con ese dinero?. Aquellos eran sus pensamientos hasta que una fuerte mano apareció en su campo de visión decidida a ayudarle a bajar el último tramo de escalones. La mirada de Bianca subió desde la mano, deteniéndose un segundo en los tatuajes del brazo, los fragmentos de tinta que también se asomaban por el cuello de la playera hasta llegar a su rostro. Elevó una ceja por la sorpresa cuando se topó con su rostro. Ligeramente incómoda buscó con la vista a alguien que pudiera ayudarle en caso de ser necesario. La puerta de la oficina de Andros se encontraba cerrada, señal de que no estaba, sin embargo, había un par de técnicos cerca además de varias chicas que aún no terminaban su turno.

-Es muy amable de su parte..- respondió a su petición deslizando su mano sosteniendo la ajena sintiendo una innegable fuerza en su contacto -Gracias..-bajó los escalones restantes apoyándose en su mano, sin embargo, en cuanto estuvo segura de que no se rompería una pierna con aquellas zapatillas tan altas, le soltó -Tiene valor para acercarse, si es trabajador del club sabe que está prohibido acercarse a las bailarinas y otras mujeres..- avanzó sin esperar que la siguiera aunque sabía que lo haría -Y si no lo es ahora lo sabe..- frunció el ceño tomando la bata de seda roja que el club le proporcionaba a ellas cada vez que terminaban su número. Bianca guardó el dinero en el bolsillo interior de la prenda y se giró para mirarlo con cierta inquietud -Aún así agradezco su amabilidad..-musitó lo suficientemente alto para que la escuchara por encima de la música que comenzaba a sonar de nuevo por los altavoces y entonces, comenzó a caminar a su camerino para cambiarse, aquello no le había gustado nada.

No respondió al consejo que Bianca amablemente le daba. Eso podía terminar mal para el desde una simple llamada de atención por alguno de los sujetos que miraban o en dado caso si la rubia era de las favoritas de Andros esto se resumiría a una golpiza en el callejón que daba a la puerta trasera por donde salían los empleados del NyC.

Poco era lo que le importaba. Ahora tenia la atención de la bailarina que llevaba observando un par de días atrás. ¿Porque se había sorprendido cuando miro su reflejo en el vidrio? Era la primera vez que pudo estar lo suficientemente cerca de ella para seguirla. Al acomodarse el cabello en ese momento se había quitado los lentes, dejando que "el otro sujeto" interviniera por el y le permitiera caminar hasta ella en el escenario.

-Y me acusaras con Andros? ..le dirás que te seguí hasta tu camerino?-Le dijo a Bianca mientras caminaba detrás de ella y su voz no era precisamente de temor, se mostró un tanto confiado de lo que hacia.

Se adelanto dos pasos para abrirle la puerta de su camerino y cederle el paso. Colocando su brazo derecho en la superficie de la puerta empujándola y al mismo tiempo permitiendo que el acercamiento entre ambos cuerpos sea corto. No pidió su permiso para entrar detrás de ella. Había estado en tantos camerinos desde su infancia que le parecía un ambiente natural.

-Bianca, cierto? soy Lean... Leandro- seguía con la misma confianza al hablar y se permitió corregir su nombre para la chica. -Estoy en terreno prohibido? ...me acusaras?- dijo mirando a Bianca y con una sonrisa en los labios que lo delataban coqueto y al mismo tiempo que fingía algo de timidez para ella.
-Si quieres me voy pero te diré que estarías siendo descortés y si también estarías siendo grosera señorita- Hablaba tratando de sonar chistoso y acompañando sus palabras con un movimiento de mano.

También trato de ser respetuoso quedándose en una esquina del reducido lugar -Pronto vendrán sus compañeras y quizás deba marcharme antes que alguna de ellas si me reconozca- volvió a su tono normal de voz fingiendo importancia y sonriendo.

Aquello era muy probable. Su madre había sido una especie de leyenda en el medio y Lean había crecido en este ambiente. Ahora simplemente podían conocerle como el hijo apuesto de la difunta Amelie o como simplemente Lean "el músico" corredor de apuestas y deudor de varias.

Se movio caminando hacia la puerta del camerino -Espero que no me olvides y esto solo te parezca gracioso- Abrió la puerta -Pude quedarme ahí sin hacer nada, dejando pasar a la chica mas hermosa que jamas había visto en mi vida pero no soy ese tipo de chico- Le hablaba mirándola a los ojos mientras jugaba a mecer la puerta hacia dentro y hacia fuera -Un soñador no?- debía ponerla a ella como alguien inalcanzable para que su cometido tuviera aún más valor para la chica -Si quieres desquitarte por ver tu numero sin pagar como hacen todos ellos entonces ven mañana un poco antes, me asegurare de cantar algo para ti y prometo no cobrarte- sonrió bromeando cuando fue interrumpido por una de sus compañeras. Una bella mujer de tez morena y cabellos rizados la cual a pasar de la misma forma cercana a su cuerpo le echo una mirada a Lean y luego a Bianca.

Su aliento se quedó estancado por un momento cuando se quedó cerca del chico al pasar por la puerta. Lean era fácilmente unos 20 cms más alto que ella y al levantar la mirada, aquellos ojos penetrantes le acariciaron haciéndola sonrojar. Pasó a través de la puerta sentándose en la silla que tenía su nombre al estilo Hollywood. Bianca podía verlo por el reflejo del espejo parado, no quería admitirlo, pero al tiempo que le causaba cierta inquietud también le atraía.

-No le diré nada si no hiciste nada malo..- dijo pensando que al menos por ese momento no lo había hecho, sin embargo, en un futuro desde luego que lo haría. Bianca jamás pensaría que en un futuro todo su destino dependería y colgaría de las manos de ese hombre –Aunque es cierto que no deberías estar aquí, podrían regañarte o algo peor..- le miró con elocuencia, si Lean trabajaba ahí debería saber lo que Andros era capaz de hacer si tocaban a alguna de sus chicas. Para su jefe el único que podía tocarlas era él y si alguien más lo deseaba, debía tener su consentimiento.

-Sí, mi nombre es Bianca, un gusto conocerte…- y a pesar de que aquello sonaba como cualquier conversación, ella sabía que no era un gusto puesto que la duda asomaba en sus palabras haciendo que la frase sonara más como pregunta –Te he dicho que no te acusaré, pero quizás no deberías acercarte más..-pronunció poniéndose de  pie para girarse. No le convenía estar de espaldas si se decidía a hacerle algo ¿Por qué aquel hombre le resultaba tan enigmático? Había algo oscuro y misterioso que no podía terminar de decifrar –No estoy siendo grosera y creo que Andros entendería si lo fuera, tengo órdenes que estoy rompiendo…- se cruzó de brazos cubriendo su cuerpo parcialmente desnudo pues aún portaba su traje del show y la bata roja medio abierta –Así que si me permites, me gustaría cambiarme..- alzó la ceja retándolo a quedarse aunque desde luego que no lo haría.

-¿Y sí te reconocen qué?..- preguntó moviéndose en busca de algo con lo cual poder golpearlo si hubiese necesidad. La sonrisa del chico le molestaba en cierta medida –En realidad no creo que esto sea muy gracioso, sólo consigues inquietarme…- se llevó la mano a la boca regañándose a sí misma. Tu atacante jamás debía saber que te daba miedo, eso podía utilizarlo en tu contra. Frunció el ceño negando con la cabeza, a pesar de que el halago sonaba “coqueto” y le provocaba cosquillas en el estómago

Un soñador, por supuesto que lo era. Bianca negaba con la cabeza apretando el puente de su nariz. Lean era tan contradictorio que nunca sabría a ciencia cierta si intentaba asustarla o si sólo estaba intentando ser amable y entablar una conversación -¿Tú tocas, aquí?..- levantó la mirada intrigada abrigándose con la bata. Iba a comenzar a acercarse movida por aquello, Bianca gustaba de tocar el piano y cantar ¿Cómo no se había dado cuenta de ello antes? “Probablemente sólo se deba a que sólo tienes un turno” pensó, sin embargo, una de sus compañeras irrumpió en el camerino mirándolos a ambos.

-Lean, ella es Sophie…- los presentó y aprovechando que la chica se habá entretenido en llamar la atención del hombre. Bianca se metió al vestidor a ponerse sus jeans, su playera y su chaqueta. Se puso sus botas bajas quitando el exceso de maquillaje quedándose con el suficiente para que no se notaran sus ojeras. Entonces salió de ahí –Bueno, yo ya me voy que pasen buenas noches..- sonrió a su compañera agradecida de que la salvara de aquel momento incómodo –Buenas noches Leandro..- musitó apresurando el paso para salir lo más rápido posible de ahí con su dinero bien ganado, ni siquiera le había respondido acerca de lo de llegar más temprano. Mientras caminaba con dirección a su casa, la rubia ya pensaba en qué podría gastar su dinero y qué cenaría aquella noche.

Todos sus esfuerzos parecían inútiles, aunque Lean intentara agradarle a la rubia ella simplemente lo batearía. Había una razón por lo cual esto sucedía. La razón era que normalmente Lean podía acercarse a cualquier chica y sostener una platica cuando no tenia interés en ellas, de un momento a otro podía ser tan amable y carismático que había algo de el que les gustaba, es así como se habían dado sus relaciones pasadas. De algunos amores pasajeros ya había escrito algunas canciones pero ninguna lo inspiraba tanto como Bianca. Ella lo deja sin palabras, se siente tan pequeño e insignificante cuando pasa a su lado que le es difícil concentrarse al igual que sin intención la joven bailarina despertaba al tímido Lean, el mas peligroso de los dos.

La miro mientras ella le hablaba, solo desviando la mirada cuando su compañera llego y ella acudió a cambiarse -Lo siento- dijo tímidamente, una vez mas ahí estaba el otro sujeto, el eufórico Lean se había minimizado ante las palabras de Bianca.

Este Lean es el que no le preocupaba Andros y ninguna otra consecuencia. Salio detrás de ella apenas atravesó la puerta del camerino-No has dicho si vendrás- indico Lean insinuando sobre la propuesta de llegar para escucharle tocar en el club. Limpio las gafas y se los colocaba con cuidado, las mismas que a veces usaba para escribir y siempre llevaba colgando de la parte del cuello de la camisa. No recibió respuesta de ella supuso que tenia prisa y no que lo evitaba -Buenas noches Bianca- bajo la vista y camino con dirección contraria a ella.

Al pasar unos pocos minutos cambio su paso regresando y dejando una distancia considerable entre ambos, no hacia ruido con sus pisadas, ni siquiera se despidió de los demás, dejo su apreciada guitarra donde estaba, solo camino detrás de ella con las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta. ¿En que estaría pensando Lean al seguirla? probablemente solo deseaba ver el lugar donde vivía, ni siquiera estaba trazando un plan. Observo su andar, sus gestos y el movimiento que hacia con sus manos al acomodarse los cabellos sueltos, el lado de la calle por el cual prefería caminar, su ropa, un conjunto de cosas y hechos que le dijeron mas de ella que la propia Bianca hasta llegar a su residencia donde espero que se apagara la luz antes de marcharse.

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