Efímero. ─ Priv. Demi, ShinHyo & BaeSuk.

El frío no era un inconveniente para mi. Lo único que llevaba esta noche se simplificaba en una camisilla abierta por los lados que ondeaba con suavidad gracias a la pequeña brisa helada que acompañaba la noche; jeans negros y rasgados, un estilo particularmente desgastado y ajustado y unos vans de cuadros rojos y negros. Tendría más importancia si el día de hoy se hubiese resumido en un paseo nocturno más que en ir de pub en pub con uno de mis viejos conocidos, un colega al que no había visto en un tiempo.

─ ¿Quieres uno? ─ Le ofrecí tendiendo una cajetilla rojiza de cigarrillos, yo ya había sacado uno y lo había colocado entre mis labios. La gente solía decir que esta basura mataba, que me quitaría un par de años y yo que ya lo tenía asimilado lo había ignorado por completo: Era mi vida y hacía lo que quería con ella. Retiré la cajetilla después de un rato para buscar mi mechero, un zippo con un tiburón dibujado en el plateado metal que cubría el cuerpo del zippo. ─ Hora de irse a casa, no aguantaré otro club más. ─ Reí mirándole de reojo.

Prendí el cigarrillo e inhalé el humo. Un par de segundos reteniendolo para finalmente soltarlo en un pequeño suspiro... No iba a dejar de fumar, al menos no por obligación. La poca iluminación de la calle apenas dejaba a la vista con claridad ciertos retazos de la carretera y de la acera de enfrente. El dinero se destinaba a arreglar cosas estúpidas y a ignorar las farolas destrozadas por el tiempo, o quizás le pagaba el viaje a algún político. Nunca tendría fe en eso de la política. No recuerdo cuando había empezado a caminar, pero ya había recorrido parte de la extensión de aquella calle, no había ni un alma, solo dos tontos caminando a altas horas de la noche y es que resultaba algo lógico.

─ Me voy a levantar a las cinco de la tarde... ─ Suspiré dándole una calada al cigarrillo. No sería un problema, en realidad, salvo porque convivía con ese idiota de mi primo. Él si lo vería como un problema pero, ¿qué otra cosa podía hacer? Si le molestaba que saliese de fiesta y que llegase tarde, o que se levantase tarde también, era su problema y no el mío. ¿No? Sonreí antes de empezar a reírme absurdamente. ─ He pasado toda la noche contigo y no te he preguntado como diablos te va, ¿qué es de tu vida? ─ Pregunté regalándole esa sonrisa que había esbozado, seguida de una mirada curiosa.

Demian no salía demasiado. Pero sus amigos no dejaban que desaprovechase sus días libres encerrado en una habitación de hospital agarrando la mano inerte de su madre, porque eso ya lo hacía al menos una hora cada día el resto de la semana. Los días libres eran para pensar únicamente en él, en divertirse y en olvidarlo todo. Se había vestido con una camiseta negra con un diseño extraño acompañada de unos vaqueros claros y deportivas negras, nada demasiado llamativo, y acompañado de su amigo Nathan, al que no veía desde hacía un tiempo, había recorrido varios pubs de la zona, y en esos momentos caminaban por una de las calles oscuras donde no había ni un alma, todo sumido en un silencio que permitía escuchar el eco de sus pisadas rebotando en las paredes.

Aceptó silenciosamente el cigarrillo de la caja que le tendía. Sí, estaba dejando de fumar porque el tabaco no era un vicio precisamente barato, pero si se lo ofrecían no se iba a negar. Dejó el cigarrillo sujeto entre sus labios, esperando pacientemente a que su amigo prendiese su propio cigarro para coger el zippo y prenderlo, observando durante unos segundos el diseño antes de devolvérselo con una sonrisa.—Ha sido una noche larga —comentó antes de aspirar el humo del cigarro, dejándolo salir un rato después en una densa nube blanca desde sus labios. En esos momentos sólo podía pensar en llegar a su casa, en su cama esperándolo en su habitación, y dormir hasta que le doliese la espalda de estar tantas horas tumbado. Eso no podía ser sano pero tenía que aprovechar los pocos días libres que se podía permitir en el trabajo. En ese momento escuchó un ruido a sus espaldas. Con el ceño fruncido, miró hacia atrás un segundo para descubrir que la calle seguía tan vacía como minutos antes. Se lo habría imaginado, probablemente, así que le restó importancia siguiendo con la conversación, el cigarrillo sujeto entre dos de sus dedos.

—Mi vida va como siempre. Me paso los días en el trabajo o en el hospital, eso no da para que ocurra nada interesante—respondió con la sonrisa algo tensa. No, su vida no era fiestas y diversión, vivía por y para el trabajo y desde la desaparición de su hermana, aún más. No era algo de lo que le gustase hablar.—Ni siquiera llegan borrachos nuevos al bar, están los dos de siempre prácticamente desde que comencé a trabajar ahí—añadió, acompañando el comentario de una risa para aligerar sus propios ánimos. Y era cierto, solía tocarle el turno de noche en el bar y casi nadie iba a ese lugar de mala muerte. Era natural, Demian pensaba que el dueño no se había molestado en darle una capa de pintura a las paredes desde hacía por lo menos siete años. Por suerte de vez en cuando le salían ofertas temporales para restaurantes, en bodas o eventos similares.—¿Y tú? ¿Aún vives con el sargento?—preguntó refiriéndose a su primo, según lo que le había contado era un absoluto maniático del orden y no llevaba muy buena relación con él al parecer.

¿Quedarme en casa? Ese no era mi estilo, no al menos desde que mis padres habían muerto a manos de….nadie, realmente su suicidio nos había dejado marcados y traumatizados de por vida y nadie podía culparnos de ello. ¿Pero quedarme en casa? Eso era lo único que había hecho creer a Shin Hyo, al menos estaría más tranquilo si pensaba que estaba encerrado entre las cuatro paredes de nuestro hogar, con suerte podría salir unas horas y volver sin que él se tuviese porque enterar de mi escapadita nocturna hacia lo que era mi “trabajo”; trabajo del cual si se enteraba estaba seguro que el siguiente muerto sería yo, eso si no acababa primero en la cárcel por hurtos menores, no era tan grave robar una cartera o dos, ¿no?

Busqué en mi armario una de aquellas ropas que me ayudaba a ocultar parte de mi físico e incluso mi rostro, un pantalón negro, una camisilla de tirantes y como retoque final una sudadera a la cual le doble las mangas hasta la mitad de los brazos, la capucha de la sudadera caía momentáneamente sobre mi espalda. El primer cajón de mi mesilla de noche fue lo único que abrí más para tomar de allí las llaves de la casa y una antigua navaja suiza que había obtenido del actual jefe de mi hermano, aunque aquello había quedado entre el hombre mayor y yo por intuición de cómo podría tomarse Shin el hecho de que fuese poseedor de un “arma” como aquella.

Mis pasos me guiaron hasta una de las calles más concurridas de la ciudad, aquella en la que despistados turistas y ciudadanos con prisa se movían de un lado a otro ignorando el hecho de que habían dejado sus bolsos algunos medio abiertos, otros en las pocas terrazas que quedaban habían estado sin vigilancia, el botín aquella noche había sido bastante sencillo de conseguir. Incluso en aquel callejón en el que me había adentrado tras seguir a unos chicos que parecían estar más bien ebrios y colocados. Un mohín de desagrado que se marcó tras encontrarnos en una de las calles más nefastas y destrozadas de toda la ciudad, ¿en serio? Había esperado otra cosa de ellos.

Una voz detuvo mis pasos, paralizándome incluso, ¿qué coño hacia Shin por estos lugares tan tétricos? “Vamos Bae, piensa rápido.” Tenía que darle una respuesta convincente si quería salir de este embrollo.

-Me aburría en casa y no me cogías el móvil.-pucheé para hacerle creer que me sentía ligeramente apenado.-Así que salí un rato y sin saber cómo llegué hasta aquí, ¿y tú que se supone que haces por aquí, Hyung?

Cualquier cuestionamiento acababa de pasar a un segundo plano, mi mirada siguió a la de mi hermano con la sola intención de encontrar aquello que ahora le mantenía tan absorto, para mi eran solo dos chicos igual que nosotros, para Shin….intuía ligeramente lo que significaba, ¿por qué nunca había seguido de cerca las investigaciones de mi hermano?

¿Pasaba algo? Me pregunté mirando pocos segundos después detrás por encima del hombro, pero no había nada más que un espacio vacio. Ahora que lo pensaba con tranquilidad... tendría que madrugar, dormiría pocas horas eso era algo seguro, pero ahora no iba a hablar de sí mismo. ─ Ya veo. ─ Susurré, no a todos no iba realmente bien, lo mejor sería cambiar un poco el tema y sin ser demasiado bruto con ello, notaba que se había puesto más tenso, nervioso quizás... a nadie le gustaba un tema así. Sonreí ante el último comentario. ─ Hasta los borrachos tienen mejor gusto. ─ Murmuré pensando después si el comentario podría haberle herido. ─ No te ofendas, es que el dueño... tiene un gusto que apesta, eso, o que prefiere gastarse el dinero en una televisión nueva. ─ Me encogí de hombros.

─ Sí. ─ Pausé por unos segundos, tenía que meditar bien lo que iba a decir. Estaba deseando llegar de una vez por todas a mi casa y la única forma era seguir dando pasos. Alguna que otra vez deseé que magicamente no tuviese que caminar, estaba cansado y aunque quisiese pedir un taxi no tenía demasiado dinero, es más, tampoco me había molestado en aprenderme bien, bien, la calle y eso que habían pasado dos años. No es que no pudiese, es que nunca había prestado atención y como tenía la dirección escrita en un post-it... ─ Tiemblo de solo pensar en que pasará si entra a mi cuarto. ─ Reí recordando el desorden con el que convivía. ─ No se si se enfadará por como dejé la pared o por lo que le hice a la puerta por atrás. ─ Recordaba cada parte de la habitación al decir la frase, la puerta había quedado bien, pero dudaba que soportase que la pintorrejeara completamente como si dejase allí mi huella.

Volví a mirar hacia atrás. Si ya se podía escuchar nuestra voz en el silencio de la noche, aquellas frases de otras dos personas me había llamado la atención. Pensé que no había nadie más, o al menos no cuando caminabamos. No pretendía parecer un maniático o algo así, pero algo que me ponía nervioso era tener a dos personas detrás en noches tan solitarias como estas. De todas formas, siempre me había gustado imaginar y por lo que podía ver realmente solo intercambiaban palabras entre ellos. No... pero nos miraba, me miraba. Volteé nuevamente para mirar al frente. No había puesto la misma cara que pone una persona cuando mira a alguien solo por mirar, era diferente.

─ Puedes llamarme idiota, pero no me gustan esos dos atrás, bueno, uno de ellos. ─ Susurré. Si que me estaba emparanoiando otra vez. ─ Y... ¿te importa si aligeramos? Si el sargento está despierto y esperándome me matará cuanto más tarde llegue. - Sonreí. Era una excusa tan obvia, pero también tenía parte de verdad. Quise volver a mirar hacia atrás, pero paré antes de poder girar nuevamente, mejor no era prestarle atención.

El comentario de Nathan le arrancó una casi imperceptible sonrisa de los labios, parecía que se había arrepentido de sus palabras nada más soltarlas. Y no tenía porqué, ya que lo que decía era absolutamente cierto, y él más que nadie lo sabía porque pasaba horas allí encerrado. —Oh, no me ofendo. Es la verdad —dijo casi entre risas, su ánimo repentinamente cambiado a uno divertido—, un simple antro asqueroso. La gente que va es prácticamente los que iban hace diez años. No sé cómo el dueño consigue mantenerlo abierto —ni lo sabía ni le importaba haciéndoselo saber con un gesto vago de su mano para reforzarlo. Mientras le pagasen, le valía mierda lo que ocurriese ahí dentro, él se limitaba a servir copas y limpiar los desastres, no a pintar las paredes.

Dirigió la mano que tenía libre hasta el bolsillo de sus vaqueros, metiéndola dentro por pura costumbre mientras volvía a llevar el cigarrilo a sus labios para inhalar el humo de nuevo, dejando que la nicotina inundase sus pulmones. Debería salir más a menudo, pensó. Le daba una oportunidad de evadirse, pensar en otras cosas y despejar su mente. Había tenido que madurar demasiado rápido y no solía permitirse diversión gratuita, pero sus responsabilidades podrían quedarse a parte algunos días del mes, suponía. Eso pensaba ahora, a saber si ese pensamiento aún inundaría su mente a la mañana siguiente, o si simplemente desaparecería. —Cualquier día tirará todos los muebles de tu cuarto por la ventana. Y si no te tira a ti también será por algún milagro divino—comentó divertido, tratando de imaginarse el desastre que había hecho a partir de la breve descripción que le dio. Sin duda, era algo más que desordenado. Pero cada uno podía tener su habitación como quisiera, es un espacio personal.

Se dio cuenta de que su compañero había vuelto a mirar hacia atrás quizás con algo de nerviosismo. También había escuchado las voces, pero no miraría también en el mismo momento por lo que esperó para dirigir también su mirada hacia atrás, en busca de los dos jóvenes que hablaban tan alto. Pensaría que simplemente volvían a casa después de una juerga, igual que ellos, si no fuera porque les miraban con demasiada fijeza. Cualquier otra persona igual no le habría dado importancia, pero el asiático era demasiado desconfiado y aquello no le gustó. Y al parecer a Nathan tampoco.—No, tienes razón. —respondió mientras tiraba a una esquina de la acera la colilla del cigarrillo, apurando el paso para ajustarlo al de su compañero, forzando a no mirar atrás de nuevo. Si les seguían desde más cerca escucharía los pasos, suponía. Trató de agudizar el oído para comprobar si entendía lo que decían, pero sin éxito.—Es bastante tarde, será mejor no enfadarle.

Podía llegar a comprender el modo en que mi hermano me estaba hablando, seco, frío, conciso, pero no podía simplemente confesarle que a lo que me estaba dedicando no era a ser un NiNi cualquiera; confiaba ciegamente en él eso es cierto, pero del mismo modo él confiaba en mí y el que me hablase de aquel modo era por el simple hecho de que se preocupaba por mi seguridad. Seguridad que con frecuencia estaba mandando al garete por conseguir algo de dinero que nos ayudase a mantener un poco más nuestra economía y que permitiese que tres comidas siguiesen llegando a nuestra mesa, ¿acaso era culpa mía querer preocuparme en ese aspecto? Después de todo, nuestra tía no nos había ayudado demasiado cuando decidimos marchar a Estados Unidos.
-Vale, es cierto, no he llamado.-resoplé frustrado al saberme descubierto. ¡Es que esa mentira no se sostenía! “Maldito idiota, solo tenías que haberle hecho una perdida y listo” un regaño que por suerte mi hermano no podría oír sino era que lo dijesen voz alta.-Pero si te llamaba estaba seguro de que tampoco me dejarías salir así como así, Hyung, y necesitaba averiguar unas cosas.-¿Podía ser eso más creíble? Quizás, pero por si acaso sería mejor ir ingeniando algo más que me permitiese huir de un enfadado Shin Hyo dispuesto a dejarme sin sabe dios cual de mis preciadas posesiones.

¿Qué pensaba hacer? Bueno si le contaba cuales eran mis planes estaría en las mismas, así que me tocaría fastidiarme y volver a casa mientras él seguía rondando por las calles y con certeza diría que persiguiendo a esos dos chicos que ya se habían girado hacia nosotros y que pretendían huirnos.

Como si fuésemos peligrosos, no estábamos….bueno sí, yo sí me encontraba armado pero no por ello iba a disparar a nadie como un loco y mucho menos delante de mi hermano quien me pensaba alguien inocente e incapaz de empuñar un arma.
-¿Por qué nos mirarán tan feo esos dos, Hyung?-desviar su atención de mí para hacérsela posar en otras cosas, ese sí era un buen plan, así no tendría porque volver a casa tan pronto cuando solo me apetecía seguir recibiendo el aire en la cara.-Igual están pensando hacernos algo malo. ¿Qué hacemos, Hyung?

Seguía pensando que la cara de aquel chico rubio era peculiarmente conocida para mi hermano mayor, pero cuestionárselo directamente….no estaba seguro de que esa fuese la opción correcta en estos momentos.