Strangers in a car {Victoria}

La noche sería larga, muy larga y aunque la oscuridad ya se hubiese hecho con las calles de la ciudad para mí todavía no había comenzado. Miré el reloj de mi muñeca, dando una larga calada al cigarrillo que sujetaba con suavidad entre mis dedos viendo que la hora de marchar había llegado. Había trabajo que hacer y como de costumbre, lo llevaría a cabo de forma puntual. No sabía quien era ella, ni que relación podía tener con mi jefe. Lo único que conocía era su nombre y bueno, su profesión, pero me era difícil ver al jefe frecuentando esa clase de servicios. Aunque era joven, rico, quizá no fuese tan descabellado al fin y al cabo.
Tiré la colilla a la calle y la pisé con lentitud con mis zapatos, dándome la vuelta para contemplar mi reflejo en las ventanas del elegante mercedes que tenía frente a mí. Me coloqué la corbata y tras ello la chaqueta del traje, todo cortesía de los ciudadanos de aquella gran nación. Entrando después en el coche y acomodándome antes de marchar. Saqué la cartera y leí un papel que llevaba en ella, era la dirección de un hotel y el lugar donde debía encontrarme con ella. Así pues sin más demora arranqué el coche, acelerándolo y haciendo que soltase un rugido antes de acelerar y marchar a mi destino.
Cuando llegué me detuve en la misma puerta, cuando antes de que me diera tiempo a bajar ya se había acercado un aparcacoches listo para aparcar mi vehículo. Pero ese no fue el caso, salí del vehículo y me dirigí a él, cerrando la puerta y dejándolo en aquel mismo lugar.

- Vengo a buscar a la señorita Tori, desconozco su apellido. Así que hágame el favor y haga que la avisen - le dije en un tono suave mientras sacaba un billete y se lo colocaba en el bolsillo de su camisa - Dígale que se de prisa, nos estás esperando.

- Por supuesto, señor - respondió el aparcacoches marchándose con la misma rapidez con la que había aparecido en la escena.

Mientras yo caminé con lentitud, apoyándome en la parte delantera del coche mientras observaba las lujosas puertas del lugar sin conocer el rostro de la mujer que sería mi acompañante. No tenía ni idea de que clase de chica podría ser, pero estaba seguro en que no tardaría demasiado en averiguarlo.

El día anterior había recibido el mensaje de Bastiàn, como siempre su petición era lo suficientemente explicita para poder ser cumplida, sin revelarle nada mas que lo necesario. Prefería llamar aquello una petición o un favor antes de considerarlo una orden; de alguna manera (a perspectiva de la chica) eran amigos, aquella relación sólo era para ayudarse para cumplir sus objetivos... Cualquiera que fuesen los del él.

Esa misma tarde había sido llevada a un hotel de primera categoría, aquello la sorprendió mas no lo demostró. En la suite que la asignaron había una lista mas de instrucciones con un horario muy detallado. Tomó un baño largo, disfrutando de ese momento de quietud y soledad, algo que parecía olvidado en el club y dentro de su vida. Y de no ser porque alguien toco la puerta del baño, se habría dormido en la bañera.

Salió encontrándose con una mucama que la guió a la habitación donde un chico estaba, por su postura y su ropa (así como el maletín sobre una mesa) pudo imaginar porque estaba ahí, dejo que la peinara y maquillara, después de todo iría a un baile de gala; el chico parloteaba sin parar de cosas sin sentido, de moda de revistas, de famosos y también halagaba sus facciones y su piel perfecta, agradeció levemente mientras miraba en el espejo como su rostro cambiaba bajo el maquillaje que era aplicado de manera delicada.

sobre la cama se encontraba un vestido purpura sin tirantes, exponiendo la nívea piel de su cuello y hombros, así como una gargantilla y una pulsera a juego. Observó la ropa por un momento antes de que el estilista la apresurara a vestirse. Terminó justo a tiempo en que el momento sonó, indicándole que ya la esperaban, se calzó las zapatillas plateadas y bajo con ayuda del chico, donde un elegante Mercedes la esperaba. No dijo nada cuando entró al automóvil y vio a un hombre al volante, vestía demasiado elegante para ser un chófer mas -Supongo... Que tendré que colgarme de tu brazo toda la noche- dijo con un dejo de burla en su voz.