The Purge
Que el señor bendiga a los nuevos gobernantes porque dejan que purifiquemos y limpiemos nuestras almas, Dios bendiga a Estados Unidos, una nación renacida.
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Todas las imágenes utilizadas en el diseño fueron extraídas de sitios como Tumblr, Google imágenes y editadas por Zack. La historia estuvo a cargo de Ginevra con la colaboración de Alexander, ésta es una IDEA ORIGINAL adaptada de la película "The purge" Derechos Reservados. Todas las imágenes e historias alojadas son propiedad de los administradores y los usuarios registrados y no se puede hacer uso de ellos sin el consentimiento de los propietarios. Cualquier falta sera notificada a foro activo. The Purge by Gin & Alex is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 3.0 Unported License.
Take me back to when life was liveable Ж Edrik || Flashback
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Take me back to when life was liveable Ж Edrik || Flashback
Los últimos rayos de luz diurna cedieron pronto a frías tonalidades nocturnas. Era esa época del año en el que el anochecer llegaba pronto y hacía que la castaña perdiera toda noción del tiempo. Miró al reloj temiendo que aquella fuera otra de esas tardes, pues en esta ocasión no podía darse el lujo de dejarse influenciar por el cambio de horario. Faltaba media hora para que dieran los ocho. Debía salir pronto si no deseaba dejar esperando al alcalde y si deseaba no quedar atrapada en el tráfico tardío sumamente común en la ciudad neoyorquina.
Terminó de arreglarse pronto, con la mira siempre fija en el reloj, y se apresuró a salir, optando esa vez por pedirle a su chofer que la llevara al restaurante, a fin de evitarse más contratiempos llevándose su propio auto. Edrik ya debe estar ahí. Pensaba mientras miraba ansiosamente a través de las ventanas del coche negro que la conducía a través de un leve congestionamiento vial. Miraba su reloj y después miraba a la ventana. Miraba a los demás autos, lo que ocurría allá al frente, y después al reloj. Miraba por la ventana. No deseaba dejarlo esperando.
Perdió apenas diez minutos en el tráfico. A cierto punto de la avenida comenzó a fluir nuevamente. Quizás algún inútil se había distraído, o algún taxista se había detenido para que su despistado cliente consiguiera las monedas faltantes para cubrir la cuota, incluso tal vez un accidente. Pero no vio nada. Aún tenía otros diez minutos para llegar puntual sin evidenciar que el tiempo le pisaba los talones, sin dejarle ver al alcalde que minutos atrás esa Gabrielle que parecía la dueña del mundo se impacientaba sobremanera.
El auto se detuvo finalmente en su destino. Se recargó en el asiento trasero y respiró profundamente para serenarse. Un empleado le abrió la puerta para dar paso a esa misteriosa mujer, ignorante de lo peligrosa que podía resultar y de que no podría esperar que estuviera ahí para una simple cena. A esa mujer en cuya mirada se encontraba la astucia que muchas otras personas en su posición habría perdido y la amabilidad como si se tratara de una vieja conocida.
Entregó su abrigo en la recepción, el clima frío del exterior no podría molestarla ahí dentro, y se dejó escoltar hacia la mesa en donde ya la estaban esperando. El segundero de su reloj apenas había llegado al doce en cuanto divisó al alcalde, sentado junto a un ventanal que les proporcionaría una magnánima vista hacia la ciudad nocturna. — Buenas noches, señor Desch. — Lo saludó con una sonrisa en cuanto sus miradas se cruzaran, apenas a un par de pasos de distancia de aquella mesa.
Terminó de arreglarse pronto, con la mira siempre fija en el reloj, y se apresuró a salir, optando esa vez por pedirle a su chofer que la llevara al restaurante, a fin de evitarse más contratiempos llevándose su propio auto. Edrik ya debe estar ahí. Pensaba mientras miraba ansiosamente a través de las ventanas del coche negro que la conducía a través de un leve congestionamiento vial. Miraba su reloj y después miraba a la ventana. Miraba a los demás autos, lo que ocurría allá al frente, y después al reloj. Miraba por la ventana. No deseaba dejarlo esperando.
Perdió apenas diez minutos en el tráfico. A cierto punto de la avenida comenzó a fluir nuevamente. Quizás algún inútil se había distraído, o algún taxista se había detenido para que su despistado cliente consiguiera las monedas faltantes para cubrir la cuota, incluso tal vez un accidente. Pero no vio nada. Aún tenía otros diez minutos para llegar puntual sin evidenciar que el tiempo le pisaba los talones, sin dejarle ver al alcalde que minutos atrás esa Gabrielle que parecía la dueña del mundo se impacientaba sobremanera.
El auto se detuvo finalmente en su destino. Se recargó en el asiento trasero y respiró profundamente para serenarse. Un empleado le abrió la puerta para dar paso a esa misteriosa mujer, ignorante de lo peligrosa que podía resultar y de que no podría esperar que estuviera ahí para una simple cena. A esa mujer en cuya mirada se encontraba la astucia que muchas otras personas en su posición habría perdido y la amabilidad como si se tratara de una vieja conocida.
Entregó su abrigo en la recepción, el clima frío del exterior no podría molestarla ahí dentro, y se dejó escoltar hacia la mesa en donde ya la estaban esperando. El segundero de su reloj apenas había llegado al doce en cuanto divisó al alcalde, sentado junto a un ventanal que les proporcionaría una magnánima vista hacia la ciudad nocturna. — Buenas noches, señor Desch. — Lo saludó con una sonrisa en cuanto sus miradas se cruzaran, apenas a un par de pasos de distancia de aquella mesa.
Invitado- Invitado
Re: Take me back to when life was liveable Ж Edrik || Flashback
No le resultó tan difícil abrir espacio en su agenda cuando se trataba de Gabrielle, rara vez podían concordar y después de tantos años no sería él quien postergara su reencuentro. Su asistente trabajó a conciencia para dejarle libre ese día y el siguiente a sabiendas que el gobernador no tendría demasiadas ganas de trabajar al día siguiente cuando podría descansar recostado en su diván mientras saboreaba en un duermevela los recuerdos de su pasado.
Eligio del guardarropa un traje conservador, un elegante camisa gris Oxford, pantalones negros hechos a la medida y una chamarra negra a juego. Tardó una hora hasta quedar satisfecho con la imagen que le devolvía el espejo, y se marchó hacia el lugar donde tendría lugar su cita llegando con media hora de anticipación. Puntual, siempre ser puntual era ese el sello distintivo de Edrik Desch y cualquiera que se encontrase con él debería de tener aquello en cuenta.
En lo que le esperaba la llegada de su amiga se entretuvo revisando su celular por si tenía algún correo de interés, su asistente se encargaba de la mayoría de sus asuntos y papeles pero sus correos personales solamente él podía tocarlos. Edrik no quería que ningunos ojos curiosos viese los mensajes que sus compañeros le enviasen pese a estar encriptados no era seguro dejarlos al alcance de cualquiera. No había nada más que un solo mensaje, escuálido y conciso escondido en la maraña de formalidades.
Cuando el segundero del reloj estaba próximo a marcar cinco minutos antes de la hora acordada guardo el teléfono y se quedó mirando hacia la entrada del restaurante. Las mesas a su al derredor estaban vacías, por comodidad había pagado para tener algo más de privacidad y su gente se encargó de constatar que así fuera revisando a detalle todo el lugar. Sonrió por instinto al ver cómo, invariablemente, atraía las miradas de muchos de los hombres que se encontraban presentes aunque estuvieran acompañados, bastaba un coqueto bamboleo de sus caderas o el suave movimiento cargado de sensualidad que le rodeaba cada que daba un paso para atraerlos de la misma forma que las moscas a la miel.
Edrik se puso de pie y le tomó la mano besándole el dorso de la misma con un suspiro de beso, sus ojos se mantenían fijos en los de ella, con el pulgar le acaricio la palma de la mano antes de soltarla sin dejar de sonreírle. Como todo un caballero aparto la silla de Gabrielle antes de sentarse frente a ella.— Siempre tan hermosa como siempre, querida ¿Es que lo haces a propósito, Gabrielle? ¿Cómo te ha tratado la vida? ¿Gustas tomar o comer algún tentempié para comenzar?— Le preguntó con aquel tono amable que siempre tenía para con ella. Sus ojos le veían con cierta ternura nada propia de él, su carácter se suavizaba en extremo cuando se encontraba con ella.
—Sabes, me alegra mucho verte, estoy feliz de que hayas aceptado venir hoy—Se mostraba franco en sus palabras. La última reunión que habían tenido fue hace más de tres año, poco más o poco menos, durante el último viaje en el que habían concordado.— ¿Cómo está la familia?
Eligio del guardarropa un traje conservador, un elegante camisa gris Oxford, pantalones negros hechos a la medida y una chamarra negra a juego. Tardó una hora hasta quedar satisfecho con la imagen que le devolvía el espejo, y se marchó hacia el lugar donde tendría lugar su cita llegando con media hora de anticipación. Puntual, siempre ser puntual era ese el sello distintivo de Edrik Desch y cualquiera que se encontrase con él debería de tener aquello en cuenta.
En lo que le esperaba la llegada de su amiga se entretuvo revisando su celular por si tenía algún correo de interés, su asistente se encargaba de la mayoría de sus asuntos y papeles pero sus correos personales solamente él podía tocarlos. Edrik no quería que ningunos ojos curiosos viese los mensajes que sus compañeros le enviasen pese a estar encriptados no era seguro dejarlos al alcance de cualquiera. No había nada más que un solo mensaje, escuálido y conciso escondido en la maraña de formalidades.
Cuando el segundero del reloj estaba próximo a marcar cinco minutos antes de la hora acordada guardo el teléfono y se quedó mirando hacia la entrada del restaurante. Las mesas a su al derredor estaban vacías, por comodidad había pagado para tener algo más de privacidad y su gente se encargó de constatar que así fuera revisando a detalle todo el lugar. Sonrió por instinto al ver cómo, invariablemente, atraía las miradas de muchos de los hombres que se encontraban presentes aunque estuvieran acompañados, bastaba un coqueto bamboleo de sus caderas o el suave movimiento cargado de sensualidad que le rodeaba cada que daba un paso para atraerlos de la misma forma que las moscas a la miel.
Edrik se puso de pie y le tomó la mano besándole el dorso de la misma con un suspiro de beso, sus ojos se mantenían fijos en los de ella, con el pulgar le acaricio la palma de la mano antes de soltarla sin dejar de sonreírle. Como todo un caballero aparto la silla de Gabrielle antes de sentarse frente a ella.— Siempre tan hermosa como siempre, querida ¿Es que lo haces a propósito, Gabrielle? ¿Cómo te ha tratado la vida? ¿Gustas tomar o comer algún tentempié para comenzar?— Le preguntó con aquel tono amable que siempre tenía para con ella. Sus ojos le veían con cierta ternura nada propia de él, su carácter se suavizaba en extremo cuando se encontraba con ella.
—Sabes, me alegra mucho verte, estoy feliz de que hayas aceptado venir hoy—Se mostraba franco en sus palabras. La última reunión que habían tenido fue hace más de tres año, poco más o poco menos, durante el último viaje en el que habían concordado.— ¿Cómo está la familia?
Edrik Desch-
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Re: Take me back to when life was liveable Ж Edrik || Flashback
El ver que las mesas que rodeaban a la que estaba destinada para el alcalde y para ella estaban desocupadas le dio la impresión de que el restaurante, que normalmente estaba saturado y difícilmente tenía reservaciones disponibles, estaba medianamente vacío. No podía esperar menos del hombre que, así fuera por el aprecio que le tenía a la castaña o por la requerida discreción en sus encuentros, se había tomado la molestia de brindar un poco de privacidad a esa reunión, de manera que el murmullo de conversaciones ajenas y el golpeteo de los cubiertos contra la vajilla quedaban aminorados por la distancia.
Se percató de que la mirada de aquel hombre se apartó por un instante de ella, quizás para dar cuenta de todos los que se habían fijado en la empresaria tan pronto abandonara la recepción. Sus ojos esmeralda permanecieron en aquel rostro familiar y afable para con ella, en la filosa e irresistible mirada ajena que la recibía con gran cariño y esa curvatura en sus labios que se formaba para complacerla, mientras que, en segundo plano, observaba cada movimiento suyo, desde que se levantara y depositara un gentil beso en su mano, para finalmente invitarla a sentarse, apartando la silla destinada para ella. Tomó asiento, no sin antes darle la oportunidad para que éste concluyera ese gesto caballeroso. — Sí, lo hago de manera intencional. No me permitiría presentarme ante ti de otra manera. — Respondió con una sonrisa las primeras preguntas de aquel bien recibido interrogatorio. — Todo en orden, Edrik, aunque me agradaría entrar en detalle con un poco de vino. — Añadió, optando por una bebida para iniciar y dejar la comida para cuando correspondiera el momento.
— [color=#61380B]Sabes que no me es posible negarte algo, Edrik. [/color]— Confesó con una sonrisita penosa y gentil, con esa mansedumbre que sólo se permitía mostrar con él, de la misma manera que él lo hacía con ella. — Me alegra, de igual modo, que tuvieras tiempo para recibirme, pues es un placer pasar tiempo contigo. — Era consciente de que, a pesar de la amistad que le profesaba al alcalde, no era sencillo para él dejar sus deberes a un lado o encontrar un tiempo libre dentro de su agenda. — Los negocios van sobre ruedas aquí en Estados Unidos, aunque debo decir que en Italia la situación es algo complicada debido al retiro de mi padre. Sin embargo me interesa más saber qué ha sido de ti, cómo te ha tratado la política.
Se percató de que la mirada de aquel hombre se apartó por un instante de ella, quizás para dar cuenta de todos los que se habían fijado en la empresaria tan pronto abandonara la recepción. Sus ojos esmeralda permanecieron en aquel rostro familiar y afable para con ella, en la filosa e irresistible mirada ajena que la recibía con gran cariño y esa curvatura en sus labios que se formaba para complacerla, mientras que, en segundo plano, observaba cada movimiento suyo, desde que se levantara y depositara un gentil beso en su mano, para finalmente invitarla a sentarse, apartando la silla destinada para ella. Tomó asiento, no sin antes darle la oportunidad para que éste concluyera ese gesto caballeroso. — Sí, lo hago de manera intencional. No me permitiría presentarme ante ti de otra manera. — Respondió con una sonrisa las primeras preguntas de aquel bien recibido interrogatorio. — Todo en orden, Edrik, aunque me agradaría entrar en detalle con un poco de vino. — Añadió, optando por una bebida para iniciar y dejar la comida para cuando correspondiera el momento.
— [color=#61380B]Sabes que no me es posible negarte algo, Edrik. [/color]— Confesó con una sonrisita penosa y gentil, con esa mansedumbre que sólo se permitía mostrar con él, de la misma manera que él lo hacía con ella. — Me alegra, de igual modo, que tuvieras tiempo para recibirme, pues es un placer pasar tiempo contigo. — Era consciente de que, a pesar de la amistad que le profesaba al alcalde, no era sencillo para él dejar sus deberes a un lado o encontrar un tiempo libre dentro de su agenda. — Los negocios van sobre ruedas aquí en Estados Unidos, aunque debo decir que en Italia la situación es algo complicada debido al retiro de mi padre. Sin embargo me interesa más saber qué ha sido de ti, cómo te ha tratado la política.
Invitado- Invitado
Re: Take me back to when life was liveable Ж Edrik || Flashback
Con una pequeña señal, tan solo un discreto cabeceo, uno de los meseros se acercó a su mesa llevando consigo una botella de vino dulce dentro de una cubetita con hielos y un par de compas junto con los clásicos entremeses dulces y salados para acompañarlo y comenzar a abrirles el apetito. Edrik le indico con un elegante ademan que podía retirarse él se encargaría de servir el vino, el mesero se despidió con una ligera inclinación.
—A veces se me olvida que tan arraigada es tu alma italiana— Se disculpó por su desliz, sabiendo que lo primero que debía de haber hecho era tener una copa de vino a la mano. No se justificó al pensar que muchos de sus descuidos, de ese tipo, se debían a estar viviendo en aquel país tan pueblerino en muchos aspectos. Descorcho el vino y le sirvió, dándole la primera copa a Gabrielle, sus ojos permanecían fijos en ella esperando su aprobación —Es un vino, suave, con mucho cuerpo e ideal para una sobremesa, en lo particular te diré que este merlot rosemount pertenece a la cosecha del primer año que nos conocimos.
Con ella siempre le nacía ser detallista, no podía evitarlo, se comportaba como un hermano mayor, no era secreto el que Edrik siempre hubiese deseado tener hermanos, que estaba dispuesto a velar por los intereses de la ruso-italiana sin importarle cuales fuera, ni el tiempo o la distancia que les separara. Así fue desde que la conoció cuando su tío le llevo a ver a su familia.
Volvió a tomar asiento una vez que ella cató el vino. La sonrisa y las palabras que le dedicara le hicieron sonreír de vuelta. Estaba por contestarle que nunca tendría problema alguno en recibirla, después de todo una parte de él, la más humana, la aclamaba como su eje pero la respuesta inmediata de ella le hizo callar dejando que la propia respuesta se quedara únicamente en sus ojos.
—Sabes que siempre puedes hablarme de lo que sea ¿Cierto?— No quería que ella cargara sola con sus problemas, además entendía a la perfección la situación, con sus posibles variantes, en la que se encontraría ella con el retiro de su padre— ¿Asumirás el mando?— La pregunta en si misma tenía diferentes interpretación pero sabía que ella entendería a cual se refería, es decir a su vida y a la posición que tomaría— En cuanto a mi te mentiría si te dijera que todo ha resultado perfecto. En una oración simple esta la respuesta «Nunca podrás complacer a todos»
En primer lugar debía de guardar las apariencias para evitar un motín social, en segundo lugar no se podía aislar de los problemas que conllevan estar a cargo ni mucho menos de buscar soluciones para los mismos y en tercer lugar al no tener el suficiente margen para moverse adecuadamente por lo que muchos de sus proyectos personales no avanzaban tan rápido como le hubiera gustado.
—Los medios, como siempre, son el primer problema a vencer. Deforman las noticias puesto que lo único que buscan es la ganancia propia y un momento de fama— Rio bebiendo un largo trago de su copa, disfrutando al sentir el sabor frutal y a especies inundando su boca, solo se pasó el vino una vez que hubo distinguido siete sabores.— Son como perros molestos que no se cansan de morderme los talones, en especial desde la Purga. Por otro lado creo que me ha ido mejor que a la mayoría en mi posición, después de todo no han encontrado nada aunque fantaseen con ello.
—A veces se me olvida que tan arraigada es tu alma italiana— Se disculpó por su desliz, sabiendo que lo primero que debía de haber hecho era tener una copa de vino a la mano. No se justificó al pensar que muchos de sus descuidos, de ese tipo, se debían a estar viviendo en aquel país tan pueblerino en muchos aspectos. Descorcho el vino y le sirvió, dándole la primera copa a Gabrielle, sus ojos permanecían fijos en ella esperando su aprobación —Es un vino, suave, con mucho cuerpo e ideal para una sobremesa, en lo particular te diré que este merlot rosemount pertenece a la cosecha del primer año que nos conocimos.
Con ella siempre le nacía ser detallista, no podía evitarlo, se comportaba como un hermano mayor, no era secreto el que Edrik siempre hubiese deseado tener hermanos, que estaba dispuesto a velar por los intereses de la ruso-italiana sin importarle cuales fuera, ni el tiempo o la distancia que les separara. Así fue desde que la conoció cuando su tío le llevo a ver a su familia.
Volvió a tomar asiento una vez que ella cató el vino. La sonrisa y las palabras que le dedicara le hicieron sonreír de vuelta. Estaba por contestarle que nunca tendría problema alguno en recibirla, después de todo una parte de él, la más humana, la aclamaba como su eje pero la respuesta inmediata de ella le hizo callar dejando que la propia respuesta se quedara únicamente en sus ojos.
—Sabes que siempre puedes hablarme de lo que sea ¿Cierto?— No quería que ella cargara sola con sus problemas, además entendía a la perfección la situación, con sus posibles variantes, en la que se encontraría ella con el retiro de su padre— ¿Asumirás el mando?— La pregunta en si misma tenía diferentes interpretación pero sabía que ella entendería a cual se refería, es decir a su vida y a la posición que tomaría— En cuanto a mi te mentiría si te dijera que todo ha resultado perfecto. En una oración simple esta la respuesta «Nunca podrás complacer a todos»
En primer lugar debía de guardar las apariencias para evitar un motín social, en segundo lugar no se podía aislar de los problemas que conllevan estar a cargo ni mucho menos de buscar soluciones para los mismos y en tercer lugar al no tener el suficiente margen para moverse adecuadamente por lo que muchos de sus proyectos personales no avanzaban tan rápido como le hubiera gustado.
—Los medios, como siempre, son el primer problema a vencer. Deforman las noticias puesto que lo único que buscan es la ganancia propia y un momento de fama— Rio bebiendo un largo trago de su copa, disfrutando al sentir el sabor frutal y a especies inundando su boca, solo se pasó el vino una vez que hubo distinguido siete sabores.— Son como perros molestos que no se cansan de morderme los talones, en especial desde la Purga. Por otro lado creo que me ha ido mejor que a la mayoría en mi posición, después de todo no han encontrado nada aunque fantaseen con ello.
Edrik Desch-
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