Estrechando lazos. (Lya von Haider)

Nueva York era la ciudad infinita donde cada minuto sucedía un crimen en algún punto. El gobierno podía maquillarlo diciendo que la tasa de criminalidad era la más baja en décadas, pero la realidad era un tanto distinta y Alan lo sabía y por aquel motivo se encontraba en sus calles, buscando. Buscando como un cazador busca a su presa en la espesura de la jungla. Pero en ése lugar la vegetación y los sonidos animales eran sustituidos por hormigón y ruido urbano y el cazador era él. Cazador de aquellos que se creían por encima de las normas que hacían que todos vivieran en una paz más o menos aceptable, cazador de los que no merecían otra cosa que pagar por sus maldades.

Alan se encontraba en una de esas avenidas que tanto había aparecido en diferentes películas de Hollywood y que en ese momento a plena luz del día frecuentaban decenas de miles de personas y entre aquella multitud, alguna esperaba el momento para llevar a cabo algún acto delictivo y Alan lo sabía y estaba allí para evitarlo.

Concretamente se encontraba en una esquina a la que tenía especial cariño, sabedor de que era lugar de encuentro entre personajes de dudosa reputación. Aquella esquina era la entrada a uno de esos callejones en los que una chica sola o cualquier otra persona de bien no se atrevía a aventurarse por lo que pudiera pasar.

Su chaqueta de estilo aviador disimulaban su arma y la placa que le identificaba como miembro de la policía. Los pantalones vaqueros le daban cierta comodidad a la hora de correr y su calzado, unas botas viejas y bastante usadas cubiertas en gran parte por las perneras de los pantalones, le proporcionaban comodidad para moverse o patearle la cabeza a algún listo que se negara a responder ante sus crímenes.

La tarea en principio era sencilla, esperar, con la paciencia de un halcón. Él sabía que tarde o temprano algún sujeto llamaría su atención y entonces empezaría el trabajo difícil de verdad, saber cuál era su culpa.

Mi día había comenzado a las 5 de la mañana, tenía clases a las 7, así que debía hacer mi desayuno y algo que llevar y comer en la escuela. Sin contar que hoy tenia turno en la cafetería y no terminaría hasta las que se escondía el sol. Hoy era uno de esos días en los cuales solo esperas que terminen. No tuve tanta suerte, en medio de mi clase de cálculo Luxe me ando un mensaje, me esperaba en una de las calles de NY, "AHORA!". Maldije en voz baja, tome un par de respiraciones rápidas, para después dejar de respirar por diez segundos. Mi objetivo verme agitada, con el rostro rojo y con suerte un poco de sudor. Tome mi bolso y corrí hacia el profesor. Con solo verme me dio el pase y corrí por los pasillos, al salir por las puertas de la escuela sonreí de oreja a oreja. Era tan buena actriz, que ganaría mas dinero actuando que en cualquier otra cosa.

Llegue en 7 minutos al lugar indicado luxe salió de la nada agitado y con lo que parecía una herida en el brazo, sin explicarme nada el solo me dio un sobre el cual guarde en mi mochila -Estas bien- pregunte tocando su brazo, era un rasguño, seguramente un cuchillo. Solo asintió y me pidió que no me atraparan, antes de salir corriendo. Me quede paralizada por una milésima de segundo antes de ver a un grupo corriendo tras de él, pase mi mochila por el hombro y salí caminando fingiendo una tranquilidad que no sentía. ¿Que acaba de pasar?. Al girar me di cuenta que lo tenían sometido en el suelo y al verme se sorprendió, un mal indicio para los delincuentes que lo tenían.

-Maldita sea- bufe antes de cruzar la calle y sentir a dos detrás de mi, necesitaba un escape o salí de aquí, reconocía este lugar como la palma de mi mano así que entre en un callejón en el cual había una barda no tan alta que podría brincar la cual conectaba a otro callejón un poco mas transitado o eso esperaba. Corrí lo mas rápido que pude y salte la barda, pude ver a alguien al inicio del callejón y comencé a lloriquear, al verme las manos me di cuenta que estaban con pequeños cortes y un poco de la sangre de Luxe. Sabía que los tipos me seguían y escuche como comenzaban a trepar, así que corrí al inicio del callejón antes de sentir que jalaban mi mochila y caí a los pies de aquel tipo con chaqueta negra, me arrastre hasta sus pies y tome la mochila entre mis manos. Solo esperaba que fuera un tipo fuerte y con instinto sobreprotector, si no ya debería de darme por muerta –Por favor!- lloriquee entrecortadamente –ayúdeme- me sorprendí al escuchar mi voz tan convincente y sentir un par de lagrimas recorriendo mis mejillas, podía escuchar la voz de los tipos.

Y ¡Bingo! No había pasado una hora que Alan ya se encontró en una situación que requeía apliación de justicia inmediata.

Una muchacha asustada apareció corriendo por el callejón que él se encargaba de vigilar, (¿Qué hace una chica así en un lugar como ese?) se preguntó. Nadie era digno de confianza en las calles, incluso los más inocentes corderitos a veces eran los peores lobos.
Aparentando ser un alguien que pasaba por ahí o que simplemente no tenía mejor que hacer que estar ahí plantado Alan abandonó el papel de ciudadano, para ser el policía que era.

La chica era joven y en ese momento huía despavorida de algo. Algo que Alan no tardó en identificar con un grupo de malechores que la seguían vociferando todo tipo de amenazas y burradas hacía la joven. En seguida Alan hizo uso de su radio, un pequeño dispositivo que llevaba en su muñeca a modo de reloj que le permitía estar en contacto con la central en todo momento, así como ellos identificar su posición y no perderlo. Una gentileza del departamento de policía, muy útila la verdad.

- Aquí Dredd, posible agresión a joven mujer por parte de grupo de unos cinco hombres. Solicito refuerzos.- En las películas se dedicaban a perder tiempo en descripciones de dónde se encontraban los agentes y demás. El pequeño invento que llevaba consigo permitía a sus compañeros localizarlo sobre un mapa global de la ciudad y ahorrar mucho tiempo.

Casi no había terminado de pedir apoyo que la chica había llegado a sus pies, literalmente, arrastrandose de una forma un tanto penosa pidiéndole ayuda a Alan, aquel hecho le conmovió un poco por dentro. Devolviéndole a la mente imagenes de muerte durante sus servicios y sobretodo durante la Purga.

No hubo que pensar mucho más. Los refuerzos no tardarían en llegar y Alan ya estaba preparado para actuar, abriendo su chaqueta dejando a la vista su placa, desenfundó el arma y se dirigió hacia esos tipos: - ¡Alto! Policía de Nueva York. ¡Todos al suelo!- hasta ahí el agente de manual había actuado, pero en aquel momento fue alan el que entró en escena: - Vamos, dadme un motivo, solo uno. Para manchar estas asquerosas paredes con vuestros sesos- Sus palabras eran acompañadas por su arma que apuntaba fijamente al más próximo de los pandilleros.

Al ver el rostro de aquella persona se sintió un alivio que solo experimentaba cuando estaba cerca de su hermano. Se dio cuenta que sus lagrimas no eran falsas, reconoció el vacio en su pecho al recordar a su hermano y todo era demasiado real.

Tenía cerca de dos meses sin saber de el,  y ya eran dos semanas sin comunicarse con ella. Esto nunca pasaba y tenía un mal presentimiento, sintió que un sollozo salía de sus labios y se mordió el labio. Nunca le gusto parecer débil, siempre tenía que ser chica calculadora que todos creían que era. Tomo una lenta respiración y trato de calmarse.

Se arrastro a la seguridad de la pared al escucharlo decir que era policía de NY y se limpio las lágrimas, necesitaba comunicarse con su hermano, pero ahora realmente tenía otros problemas. Se levanto con piernas temblorosas por la carrera la cual no estaba muy acostumbrada y se asomo desde la pared, solo lo suficiente para ver al policía entrar en acción y apreciar las reacciones de los malhechores. Uno de ellos dio un paso adelante, mientras que el otro lo jalo, el mal alto era el más inteligente, por lo que pudo apreciar del policía solo una acción en falso y los dos estaban perdidos.

En el momento menos esperado el celular comenzó a sonar en mi bolsillo y no pude evitar soltar un grito -Yo... lo siento- dije tomándolo y viendo el mensaje de Kyra mi compañera de clase diciéndome que estaban buscándome y que me había metido en una gorda. Solté la respiración que no sabía que estaba conteniendo y alcance a ver como aquel par de tipos corrían hacia la barda y la saltaban utilizando mi grito como distracción "Malditos, listillos" pensé negando con la cabeza.

OFF; Perdon la tardanza! Esta semana fue una locura en la Uni :/

Ante el aviso de Alan a los gamberros, éstos emprendieron la huída desapareciendo callejón adentro.
Alan sintió el irrefrenable impulso de correr tras ellos para darles caza y hacerles sentir la justicia en sus propias carnes. Pero los refuerzos se encargarían de ellos, él tenía un juvenil asunto más importante que tratar en ese momento.
(Número uno; asegurar el bienestar de los ciudadanos... debo serguir el protocolo.) con esa idea en la cabeza Alan puso de nuevo el seguro en su arma y la enfundó, dándose media vuelta y encarando a la chica que se encontraba apoyada en la pared con una respiración jadeante por el esfuerzo.

Tras una breve observación Alan fijó su vista en los restos de sangre y rasguños que la chica tenía en manos y brazos:- ¿Está bien señorita?- a decir verdad tratar de señorita a aquella muchacha quizás era demasiado, perfectamente podría ser su hermana pequeña. - Aquí Dredd, solicito una ambulancia para evaluación y tratamiento de lo que parecen heridas leves.- Alan se dirigía al pequeño transmisor de muñeca y de nuevo mirando a la joven.

Alan se preguntaba el motivo por el cuál aquellos tipos perseguirían a una chica como esa. ¿Violarla tal vez? La verdad es que sentía cierto interés por saber que llevaría la chica en esa mochila, pero a no ser que se considerara sospechosa de algo. Alan no podía registrarla sin más, debía considerarla una víctima por el momento y no sospechosa. Al fin y al cabo, la verdad saldría a la luz pronto.
- No debe preocuparse, ahora está a salvo. Aunque quizás debería explicarme porqué una joven como usted no está en clase... ¿Puedo ver su documentación?- Aquello no era una invitación, sino más bien una orden hábilmente camuflada para saber de quién se trataba la persona que tenía ante él.
Mientras Alan esperaba que la muchacha reaccionara a lo que le pedía le empezó a contarle: - Ahora me acompañará a comisaria y me explicará que ha sucedido, si es su deseo puede denunciar a esos tipos, aunque probablemente otros agentes ya los habrán atrapado. De ser así le ofreceremos la opción de identificarles bajo anonimato ¿ Me ha entendido?- Los ojos vidriosos de la chica, producto de sus lágrimas no podían afectar a Alan en el transcurso de su trabajo. Aunque sí debía reconocer que cuánto más débil resultaba la víctima más odio sentía en su interior hacia el agresor y no era totalmente insensible al sufrimiento de los otros.


Off: No te preocupes, lo primero es el trabajo/estudio. A ver qué tal sigue el hilo